Hacia una psicología desde el corazón

La vida se expresa ante nosotros en todas las experiencias que atravesamos. Si estamos atentos y presentes, todo lo que vivimos nos acerca un poco más a quiénes somos y a qué necesitamos aprender. El camino de la sabiduría podría definirse como abrir el corazón a todas las experiencias y a la transformación que nos proponen para vivir una vida más plena, consciente y amorosa.

Todos tenemos, en nuestro interior, el Cielo y la Tierra. Metafóricamente, esta antigua verdad nos ayuda a describir los diferentes aspectos de la experiencia humana. El "Cielo" representa el mundo de lo espiritual, lo trascendente y simbólico, mientras que la "Tierra" implica la realidad concreta, lo físico y lo cotidiano. Así, Cielo y Tierra son dos dimensiones que nos constituyen, que se complementan y potencian mutuamente en nosotros. Para mí, es importante vivir integrando estos dos aspectos. Y a esa búsqueda he dedicado gran parte de mi vida personal y profesional.

Explorar nuestra conexión con el Cielo puede ofrecer inspiración, propósito y visión amplia. Todos necesitamos conectarnos con la dimensión espiritual, ya que detrás de los conflictos psicológicos que nos planteamos, subyacen esas preguntas existenciales que todos nos hacemos (aunque compartimos poco) y suelen angustiarnos cuando no las expresamos… ¿Quién soy? ¿Para qué y por qué estoy aquí? ¿Qué es la muerte?, entre otras tantas.

La dimensión terrenal, por su parte, nos ancla en la materialidad de la vida diaria: el cuerpo, las emociones y los pensamientos. Son aspectos fundamentales porque nos conectan con la realidad tangible y nos permiten experimentar la vida en su dimensión más concreta y física. Aquí nos encontramos con grandes desafíos: la salud, los vínculos amorosos, el trabajo, el dinero; el entorno en el que vivimos, los placeres y las angustias, el cansancio y las pausas necesarias. En pocas palabras, es todo lo que sentimos en el cuerpo.

Dolorosamente, hemos aprendido a percibirnos divididos: el cuerpo, por un lado, y la mente por otro. El corazón ha quedado a una distancia enorme de los pensamientos y es la dimensión desde la que podemos integrar el Cielo y la Tierra, en este sentido, es estar presentes en la experiencia, encontrando diálogo entre el camino espiritual y la dimensión concreta y material de la vida. El plano material ayuda a regular un desorden espiritual. Y, a su vez, los problemas concretos de la vida diaria despiertan grandes aprendizajes espirituales.

Por eso, mi trabajo como terapeuta se ha enfocado en cultivar la aceptación de todo lo que nos sucede. Sin despreciar, desperdiciar ni idealizar ninguna de las dimensiones que habitamos. Bailando con corazón al compás de la experiencia. Este es el camino hacia una sanación integral: un diálogo abierto con la vida en todas sus expresiones.

Y en ese camino, necesitamos ser guiados por la empatía y la compasión. En un mundo que a menudo nos exige ser perfectos y no nos ayuda a aceptar quiénes somos en verdad, es fundamental aprender a ser amables con nosotros mismos y con quienes nos rodean. La empatía, en este sentido, es la capacidad de comprender y comprendernos; sin empatía, por ejemplo, no podríamos ponernos en el lugar de los demás. Por su parte, la compasión es hacer algo para disminuir el sufrimiento, ya sea propio o ajeno, con una motivación sincera.

Para atravesar nuestros desafíos con amor, en lugar de juicio severo y auto críticas demoledoras, podemos apoyarnos en otra poderosa cualidad humana, aunque poco tomada en cuenta,  que es la autocompasión. Tratarnos bien es algo que muchos no hemos aprendido, mientras que la presión, la severidad y la autoexigencia suelen instalarse en nuestras vidas como las metas a las que pensamos que deberíamos llegar.

¿Cómo no hablar de corazón cuando hablamos de psicología?  Porque, al final, la verdadera sanación comienza en el corazón que se atreve a sentir, aceptar y crecer. Es en el corazón que se refleja un mundo donde el significado, la percepción, y la claridad se unen de una manera completamente diferente. Entonces la experiencia del trabajo psicológico es el espacio de confianza en el que se siente el amor realmente. ¿Acaso no se trata de descubrir y explorar la esencia del corazón despierto cuando se unen los consultantes con los terapeutas?

Si te ha resonado lo que compartí, te invito a seguir explorando juntos este camino de autoconocimiento. Ahí, en ese misterioso y palpitante lugar de los corazones compartidos, se reúnen todos nuestros caminos. Juntos podemos explorar la esencia del corazón despierto y cada vez más abierto. en cualquiera de mis propuestas y actividades.